El tren eléctrico y la honestidad: El cuento que necesitan leer todos los gestores de equipo
25 de junio de 2023 2023-06-25 16:26El tren eléctrico y la honestidad: El cuento que necesitan leer todos los gestores de equipo

El tren eléctrico y la honestidad: El cuento que necesitan leer todos los gestores de equipo
En la relación entre líder o jefe con su equipo de trabajo se producen situaciones que pueden resultar en momentos de la verdad, decisivos para la salud de esa relación.
Para mantenerla saludable, nada como establecer canales para una comunicación honesta y madura. La herramienta indispensable para llegar a un punto de equilibrio.
A veces el empleado se puede sentir explotado o engañado, donde su esfuerzo no vale nada, es más, puede incluso sentir que se aumenta la exigencia, pero no la recompensa.
La renuncia silenciosa está al acecho. Prevenirla y mitigarla es una tarea donde el papel del superior jerárquico inmediato es esencial.
La “milla extra”, “ponerse la camiseta”
Conozco casos de trabajadores que por años se “pusieron la camiseta”, cobrando menos que la media de mercado durante años, no saliendo de vacaciones y luego fueron despedidos con el inicio de la pandemia.
Personas que no podían tener tiempo con su familia, malgastándolo en lugares equivocados, yendo siempre más allá de lo exigido, atendiendo llamadas telefónicas en tiempo de descanso.
Y ya no pueden seguir soportándolo.
Esa apatía es producto de las millas extra que nunca tuvieron retorno. Es razonable recompensar ese rendimiento por encima del exigido, lo que pasa es que llevamos una racha en la que las empresas en general no han podido corresponder, al margen de las que por su cultura, nunca lo hicieron antes.
Si eres gestor/a de equipos, la moraleja de este cuento puede ayudarte a mantener la salud de la relación con tus empleados, mejorando el clima y, por supuesto, la productividad.
Si lo aplicas, ese empleado descontento llegará a gritar a los cuatro vientos:
“Me gusta lo que hago y donde trabajo”
El tren eléctrico y la honestidad
Había una vez en un encantador pueblo llamado Honestidad, dos amigos inseparables, Elena y Javier. Ambos tenían una gran colección de juguetes y disfrutaban intercambiándolos para tener nuevas experiencias de juego.
Durante mucho tiempo, Elena y Javier habían tenido un acuerdo justo: cada uno podía pedir prestado los juguetes del otro por un tiempo limitado, uno o dos días, asegurándose de devolverlos en perfecto estado y a tiempo. Este acuerdo les permitía disfrutar de nuevas aventuras sin descuidar sus propios tesoros.
Sin embargo, un día, Javier le pidió a Elena que le prestara su tren eléctrico, un juguete muy especial para ella. Pero esta vez, Javier le pidió que lo prestara por un mes completo. Elena quedó sorprendida por la solicitud, ya que nunca antes habían tenido préstamos tan largos.
El momento de la verdad
Elena y Javier decidieron reunirse en el hermoso jardín del pueblo para conversar y resolver esta situación. Elena compartió sus sentimientos con Javier, expresando que el tren eléctrico tenía un gran valor sentimental para ella y que estaría muy triste si no pudiera disfrutarlo durante tanto tiempo.
Javier, al escuchar a Elena, reflexionó sobre su petición y comprendió que había sido demasiado ambicioso. Sabía que su amistad era más importante que cualquier juguete. Entonces, propuso una solución que les permitiera encontrar el punto de equilibrio.
Javier dijo: “Elena, entiendo que un mes es demasiado tiempo para pedir prestado tu tren eléctrico. Pero, ¿qué tal si acordamos que pueda tenerlo durante una semana? Así podré disfrutarlo por un tiempo y tú también podrás tenerlo de vuelta rápidamente”.
Elena sonrió al escuchar la propuesta de Javier. Le pareció una solución justa y equilibrada. Ambos amigos estuvieron de acuerdo en el plazo de una semana y reafirmaron su compromiso de cuidar los juguetes prestados.
La moraleja
De esta manera, Elena y Javier encontraron su punto de equilibrio. Javier aprendió a considerar los sentimientos de Elena y a no hacer peticiones desproporcionadas, mientras que Elena comprendió que compartir también implicaba flexibilidad y encontrar un terreno común.
Desde ese día, Elena y Javier siguieron disfrutando de su amistad y de sus juegos compartidos. Aprendieron que el punto de equilibrio no solo radica en los términos del acuerdo, sino también en la comprensión y la voluntad de encontrar soluciones justas que fortalezcan su amistad.
Así, el pueblo de Honestidad continuó siendo un lugar donde las amistades se cultivaban a través de la generosidad y el respeto, recordando siempre que el equilibrio es esencial en todas las relaciones.
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